domingo, 22 de marzo de 2009


Era tu voz, un tibio rumor. Si las cosas no marchaban, bastaba oír tus palabras. Me tiene mal, eso de extrañar el dulce cuento de hadas y siempre lloro por nada. Fue en el penúltimo café, mientras hablábamos de amor o en aquel beso en el andén, que dejé mi corazón. Fue en un vuelo de pájaros o en la fosforescente luz de tus ojos arándanos que dejé mi corazón. Mi corazón perdido, te extraño, te extraño te llevastes con tu adiós. Mi corazón perdido, recuerdo bien cada atardecer, nos daba por ver estrellas. La vida era perfecta, me tiene mal eso de extrañar tus labios color ciruela. Duele aunque no lo quisiera.

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